Un nuevo diseño para la humanidad.
La belleza es la respuesta y el elemento central de esta reflexión, porque fundamental es su papel en el diseño del espacio, los objetos, los hábitos y el cuidado de las personas en todas las fases de su vida cotidiana. “La belleza ayuda a la gente a vivir mejor” y a través del diseño consigue crear libertad cuando construye nuevos horizontes y abraza inspiraciones transversales. Cuando se reconoce como un arte descolonizado y una práctica social, construyendo nuevas narrativas que vinculan la estética con soluciones de diseño que redefinen funciones y hábitos. El diseño tiene hoy el poder de convertirse en una acción “social”, una dimensión de elaboración intelectual y técnica en la que se cuestionan los mecanismos paternalistas y patriarcales y la actual jerarquía social. El diseño tiene la oportunidad de construir un nuevo mundo con vocación de sostenibilidad, más transversalmente definido, si permite a los diseñadores, arquitectos, ingenieros, urbanistas y operadores artísticos expresar filosofías sociales, culturales y políticas a través de su práctica. En este contexto, y en cumplimiento de las reglas de un mercado cada vez más cualificado y atento, la necesidad de un espíritu de justicia y restitución parece cada vez más necesaria. Un elemento importante para contar cómo la presencia y el dinamismo de la imaginación de los sujetos hechos minoría y segregados, social y económicamente, es fundamental en el diseño del futuro. Actualmente, las formas que llenan el espacio, las texturas que recubren un objeto y las líneas del diseño no pueden dejar de hablar de la nueva dimensión existencial y colectiva, desafiando las definiciones clásicas de “bello”, “útil” y “funcional”, tomándolas prestadas de las antologías culturales consideradas subalternas hasta hace medio siglo.